A las nueve de la noche lo encontré. Me quedé idiotizada mirándolo, boquiabierta, emocionada. El corazón palpitante, los ojos húmedos. Estaba lleno de otros que alguna vez había visto, que alguna vez había deseado. Pero no así, no con esta intensidad, con estas ansias. Tuve ganas de llevarlo conmigo, no quería dejarlo ir. Afuera hacía frío, me estaban esperando. Parecía oir el ascensor, el timbre, las risas. Y yo ahí, parada frente a él, con ganas de conversar, de observar, de aprender y compartir los secretos. Como cuando pequeña, lo miré fijamente y le saqué una foto mental. Guardé la imagen cerca de la memoria. Y después otra vez, el próximo rostro, la única imagen posible, capturada en el instante preciso, irrepetible. Afuera el Cine Tobalaba me ofrecía en sus butacas, un refugio audiovisual para combatir la monotonía. Pero otra vez no. No pude soltarlo ni dejar de mirar. Me fui con el alma encendida de fotos en blanco y negro, con los ojos ardientes de expresar con una Leica. Enamorada de Henri Cartier - Bresson.
Henri Cartier - Bresson
Samuel Beckett, 1964
André Pieyre de Mandiargues, 1991
Truman Capote, 1947
Jean- Paul Sartre, 1946
Marilyn Monroe, 1960
Iréne y Frédéric Joliot - Curie, 1944
Robert Lowell, 1960
Carl Gustav Jung, 1959
Martin Luther King Jr., 1961
John Berger, 1994
Avigdor Arikha, 1985
Robert Flaherty, 1946
Georg Eisler, 1993
El trompetista Joe y su mujer, 1935
Henri Matisse, 1944