January 30, 2007

Mi última cena



Fue en Rancagua con estos dos señores. El de la derecha lo tiró como chiste, por toda la charla nocturna y mi cara de embobada con la historia de su vida.
Casi pasó de la anécdota al presagio. Susto.
Irónico pensar que fue él quien encendió más que nunca mis ganas de vivir, de viajar, de ser, de descubrir. Irónico pensar que después de intervenir con mis letras El Libro de los Amores Ridículos, de Kundera, esculpiendo tautologías vitales que sólo a mí me hacían sentido; volví a Santiago a unirme en santo vínculo con un inhalador que expele salbutamol cada 4 horas.
De todos modos, si efectivamente hubiera sido mi última cena, P. se habría transformado en un perfecto Judas, dando curso a mi deseo irrealizable de vivir más de una vida, de estar aquí y allá, y ser esto y aquello, todo a la vez, sin optar, sin perder. Sin dejar de ser. Su historia me dio ganas de cambiar el curso de las cosas, de enfrentar de una vez todos los anhelos que me siguen desde siempre.





La vida es juego...








otra cancioncilla

"Perdí mi corazón en tu sonrisa frágil
tardío se quedó mi respirar callado
no sé dónde puede haber otro nombre
que me otorgue tu alimento...
No sé dónde puedo hallar un sustento a mi piel en este rumbo.
De pronto una vez apareció en mi cama
y me llevó a volar por un espacio solo
No sé dónde te metiste este tiempo en que me sentí tan solo
No sé cuándo te metiste en mi casa y me diste una mano
No sé cuándo le pusiste un silencio tenue a mi pasado" .
Tata Barahona

una cancioncilla...

"Yo te regalo este domingo
te doy mis manos y mi boca que besa
y canta para ti.
Mis madrugadas de desvelo,
cuando me interno en los recuerdos de tu pelo
donde cobijé la amargura suave de mi voz y mi piel.

Toma mis palabras hoy
y es que estoy harto de mí...
Para encontrarte amor mío, salí
a caminar este domingo".
Tata Barahona

January 25, 2007

Dicen que en la vida, siempre hay algo que puede salir peor.

Honestamente, creo que a esta mínima altura del año... nada que me importe puede salir más mal de lo que está.

Y eso, curiosamente, me tranquiliza tanto, tanto. Me da libertad. Seguridad.

Cuando las cosas van bien, cuando hay expectativas, hay tanto riesgo, tanto que perder...

Me arriesgué este año y me caí de tantas miles de formas, en tantos sentidos posibles.

Y hoy estoy de nuevo donde partí, entre resignada y riéndome de mí misma, sorprendida por haber sacado fe de no sé dónde, por haberme creído un cuento antiguo.

Soy como mi madre en mí, repitiendo incansablemente una vez más, con esa mueca que le invento: te lo dije, no quiero decirlo, pero yo te lo dije, te lo dije o no te lo dije...

Me lo dije?

Me lo habré dicho?

Tal vez ya sabía cómo terminaba la historia.

La cosa es que ya nada puede salir peor. Parto de nuevo de cero.

Y estoy tranquila con eso, porque de nuevo no tengo nada que perder. Ya lo entregué todo. Ya lo perdí todo.

Y qué. Al cabo que ni quería...

jajajajaja

Sí, está bien,
riámonos un poco de nosotras mismas.