Hoy, emocionada con el bosque de lenga, subí la cordillera para darme un baño de agua caliente, volcánica, bajo la lluvia y la niebla del atardecer otoñal. Después, combatí el frío a punta de chimenea y abrazos de familia. Entonces al tren, de regreso a la capital, con el recuerdo palpitante, pletórico de ellos y naturaleza.
2 comments:
Que ganas de estar en un lugar así... me vendría bien un poquito de paz en estos agitados tiempos.
Besos.
Fran
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