August 19, 2007

Desayuné con noticias de un huracán pasando por las costas evacuadas de Jamaica. M. veía en su computador un modelo de los vientos; Q. ya no estaba; P., sentada en el sillón, contaba detalles del carrete. G. no decía nada. Yo tampoco.
Me comí una manzana verde, vi el sol invadiendo ese departamento ajeno, y de pronto me sentí sobrando. Así que tomé mi chaqueta y me puse a caminar. Parecía primavera...
Me senté en la plaza de la fuente y me llegaron las gotitas de agua. Estuve harto rato pensando, soñando, sintiendo el día. Después hablé con A. y quise juntarme con él, así que caminé y caminé, compré unas cervezas y me fui a su departamento. Comimos champiñones, atún, apio, crema. Nos reímos, conversamos, sacamos fotos. Después nos fuimos a la plaza. Un helado y al pasto, el sol, la brisa, los colores. Los niños andaban en bicicleta y se columpiaban, todo estaba en armonía...
Entonces manejé donde mi papá y ahí estaba ella esperándome, preciosa, resplandeciendo. La bañé y le sequé su pelo largo, rubio, de bella durmiente. Mi pequeña coronó el día, acostada en su camita, diciendo que me quería, que nos veíamos el próximo domingo. Al llegar a mi casa, Tata Barahona parecía impostergable. Recostada en la alfombra, atesorando este domingo que me regalé. Que me regalaron.

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