August 24, 2006

Mis pulmones y yo

Hoy tuve una crisis respiratoria.
Esperé 45 minutos para que me atendiera la doctora. Tranquila, en la silla de Integramédica, leyendo a Zola, no tenía idea de que esa fatiga, esa agitación y esa tos espasmódica, se convertirían a los 5 minutos, en un rostro morado, una garganta sin voz y unos músculos cansados de tanto forzar la respiración.
Me asusté un poco, sí.
La doctora me llevó de un brazo a otra salita y me conectaron una máquina para que pudiera respirar. Frente a mi cabeza, un cuadro enorme: Enfermedades Respiratorias Obstructivas. El asma y la bronquitis crónica eran las patologías imperantes en los dibujos y esquemas del poster. Intenté sonreir con ironía, pero no pude. Mi cuerpo tiritaba y tenía mucho, mucho sueño.
Cuando logré respirar mejor, me llevaron a sacar unas radiografías de torax. Póngase así asá, por aquí por allá, respire no se mueva...descance...
Al final, 7 días en cama... neumonitis, faringitis, laringitis, influenza. Y para no desentonar con las liquidaciones tan de moda, llévese por el mismo precio un quinto diagnóstico: "ve esos puntitos en las radiografías, mijita; bueno, creo que son benignos porque diría que son calcificaciones benignas, pero igual vamos a hacer un scanner cuando se mejore, ya?".
Recordemos que mi abuela murió de cáncer, tenía todos los pulmones ramificados.
Recordemos que solía fumarme una cajetilla en dos días. El asqueroso vicio me muestra sus garras.
Tomé un taxi y llegé a mi casa. Lo primero que hice, fue botar los ceniceros. Nada de puchos en mi casa, advierto en mi mente a imaginarios visitantes. Ahora me duele el pecho. Quiero toser pero me da miedo que de tanto esfuerzo sangre.
Ya sabes, más vale que te acuerdes del tulipán.

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