January 30, 2007

Mi última cena



Fue en Rancagua con estos dos señores. El de la derecha lo tiró como chiste, por toda la charla nocturna y mi cara de embobada con la historia de su vida.
Casi pasó de la anécdota al presagio. Susto.
Irónico pensar que fue él quien encendió más que nunca mis ganas de vivir, de viajar, de ser, de descubrir. Irónico pensar que después de intervenir con mis letras El Libro de los Amores Ridículos, de Kundera, esculpiendo tautologías vitales que sólo a mí me hacían sentido; volví a Santiago a unirme en santo vínculo con un inhalador que expele salbutamol cada 4 horas.
De todos modos, si efectivamente hubiera sido mi última cena, P. se habría transformado en un perfecto Judas, dando curso a mi deseo irrealizable de vivir más de una vida, de estar aquí y allá, y ser esto y aquello, todo a la vez, sin optar, sin perder. Sin dejar de ser. Su historia me dio ganas de cambiar el curso de las cosas, de enfrentar de una vez todos los anhelos que me siguen desde siempre.





1 comment:

Kopacs said...

Hola,

llegué por algún recoveco de los túneles blogeros y me quedé leyendo tu historia. Me gustó tu historia, la leí a saltos, pero recorrí hasta el 2005.

Buena la biografía.

Saludos