March 13, 2006

Anoche alguien me hizo un regalo grande grande...
Una persona que siempre me impresiona, me emociona y me sorprende...
Una persona que se entrega, que transforma todos los espacios...
Una persona que admiro profundamente, que quiero conocer, descubrir, y de alguna forma misteriosa, también reencontrar...
Un chiquillo dulce, lleno de viajes, historias y experiencias, aperrado, generoso, alegre, agudo...
Anoche me regaló una subida a la montaña...
Y llevamos a Luna con nosotros, y fuimos a ver la luna, y miramos constelaciones, estrellas fugaces, tomamos mate con miel y cedrón, vimos liebres y conejos, sacamos fotos, escuchamos al río inexistente, uno tocó flauta, otro filmó, otra se convirtió en Dora la Exploradora... después en un ratón que comía cereales, después en mariposa nocturna...
Y yo me acordé entre las piedras y los pinchos, de todos esos hombres que han pasado antes, que han estado antes que nosotros pisando esta tierra, sintiendo nuestras dudas, buscando las respuestas a las mismas inquietudes ancestrales, existenciales...
Y me llené de esa paz de cielo abierto, raso, desnudo, complejo, iluminado por los astros y tantas proyecciones, de tantas ideas que nacen en mi mente, y estallan y refulgen en un universo propio, en un mundo paralelo, adyacente... un mundo interno que busca prolongarse a todo lo que me rodea, que intenta plasmar el color de mi mirada.
Volvimos a Santiago despacito, bajando sin prisa las curvas de la montaña. Vimos pájaros, buhos, vacas, liebres; escuché historias de ritos en la India, de uruguayos-españoles que cazan lagartijas y conocen la casa de Galeano... Luna dormía abrigada por mi chaleco azul. Todo allí resplandecía, todo era transformado...

1 comment:

Anonymous said...

ahhhh(suspiro)...esos paseos cerca de la naturaleza, cerca del cielo y de las estrellas ,son los mejores, más aún si hay historias increibles que matizan la experiencia.
saludos:)