April 05, 2006

Miércoles. El sol golpeando con furia el vidrio derretido que me separa del balcón, mientras escucho cómo crepita la lluvia húmeda que emerge del parlante. Se me cayeron los modelos, los referentes incuestionables han muerto para siempre. Soy mucho menos de lo que pensaba. Son ellos también, esos otros, mucho menos de lo que había imaginado. Nunca vi a mis padres como héroes. A los 7 años dejé de mirar a mi madre hacia arriba y comencé a cuestionarla, a interpelarla, a criticarla. Una pendeja insoportable hacía por vez primera su metamorfosis en mí. De mi padre siempre sentí ausencia, vacío, indiferencia. Anhelé llamadas y viajes, preguntas, respuestas. Omisión constante. Nunca fueron mis héroes personales.
A los 7 años se convirtieron en seres de carne y hueso, pletóricos de pecados originales y adquiridos. Me convertí en un culto arrogante a mi propia existencia. Jamás lo supe, hasta que salí a conocer el allá afuera. Entonces aparecieron los otros.
En la lectura descubrí a Soloman, el héroe que superaba a todos los superhéroes como Batman, siendo tan sólo un hombre. Llevando una amapola (curiosa coincidencia) a la niña que estaba eternamente postrada en el hospital. No existe Soloman fuera de ese libro. No existe.
Del cine admiré el cambio profético de un Peter Pan perdido en la sociedad, que reivindica su pasado y su origen gracias al secuestro fatal de sus dos hijos (Hook). Otra gran mentira. La gente no cambia. El mundo te corrompe.
En el universo del circo y los payasos, aprendí que la vida era carnaval, magia, risa constante. Qué ingenuidad. No sabía cuánta mierda se escondía tras el espectáculo. Cuánta suciedad, cuánta ropa quedaba tendida en la trastienda.
Siempre confié de primera en la gente. Nunca me protegí. Hasta que después de caerme mil veces la herida se hizo demasiado grande. Me gustaba ser así. Me gustaba entregarme, pensar que los otros eran buenos, que eran nobles.
Pero me caí de nuevo. Me hundí en la mierda de la malintención. Al final, una de las personas que yo más cuestionaba, mi propia abuela, parece mirarme desde arriba. Con una sonrisa triste me dice a través de sus ojos verdes que ella me lo advirtió. Que nada es lo que parece. Que mis referentes no valen nada.

Me quedo en el aire.
Siempre he buscado una guía, un modelo. Lo he necesitado. Y la fe me falla; y me contemplo y quedo absorta en un huracán inconmensurable de soles que golpean derritiendo vidrios, mientras la lluvia crepita en el asfalto. Los ojos se vuelven húmedos, tétricos, se carbonizan en esa miseria. Ya no entiendo nada. No sé nada.
Este año he vivido una vida entera. Muerte, nacimiento, amor, desilusión, encuentro, abandono, cicatrices, sangramientos, ensueños, vigilia. Todo lo que creía, todo lugar en que tenía anclada mi confianza, desaparece frente a mí. Simplemente se esfuma, se evapora.

La consternación de despertar en un lugar desconocido me oprime el pecho. La crueldad de endurecerme. De traicionar mis principios. De desconfiar. De tener que escoger, finalmente, yo también una máscara para mezclarme, para perderme, para abandonarme y confundirme entre los otros.

7 comments:

Isa said...

Naaaaah, Pola, tú ya estás en otro nivel. Los modelos sirven hasta que se caen... lo hermoso es encontrar el ideal de lo que queremos ser como personas. Intentar sacar todo lo bueno, noble y hermoso que hay en nuestro interior y aferrarse a ese sueño con todas las fuerzas!!!! Muchos besos!!!!

Lau said...

Yo estoy de acuerdo con mi querida Isa. Tú no necesitas enmascararte. Que se enmascare el resto, los que tienen algo que ocultar, los que tras las sonrisas falsas o las muestras de bondad esconden infinitas cosas. Esos que necesitan parecer lo que nunca van a ser. Tú, en cambio, eres una hermosa persona, y esa transparencia es parte de tu belleza. ¿Para qué esconderte, para que llenarte de máscaras, si sin ellas eres mucho más?
No es fácil encontrarse a sí mismo, saber quién eres, por qué y todas esas preguntas. Pero creo que es mejor hacerlo con la cara descubierta que oculta...
Muchos besos!!!

piolilla said...

No tienes que esconderte Pola. Eres una persona radiante y luminosa y si te escondes ¿qué va a pasar con toda esa luz?
La vida duele, no es fácil, lo dice todo el mundo. Pero es mejor andar por ella con honestidad, con la cara lavada y descubierta, no convertirse en una máscara ni una piedra.
El mejor guía es el que está adentro de uno mismo, ese Pepe Grillo que sí existe.

Besos, y un abrazo grande
La Pola 1a

Lau said...

Oye Poli te veías súper en el aeropuerto, bonita, bien, contenta, entusiasmada... Espero que no haya sido una máscara no más.
Un besito grande de tu compañera de avión.

Anonymous said...

No había leído nunca tu Blog. Grata sorpresa.
Me siento interpelada por muchas cosas de las que dices. Pero me dolió profundamente que dejes de creer. Cuando dejas de creer dejas de querer.
Goethe dijo: "¿Qué es lo más difícil de todo? Lo que parece más sencillo: ver con nuestros ojos lo que hay delante de ellos".
Descubre el reconfortante milagro de la segunda vista. De ver reaparecer aquello que parece caerse a pedazos. Si te quedas a mirar, con paciencia, algo nace a partir de ello. No busques como héroes y referentes a aquellas personas que son mejores que tú. Busca a aquellas que no quieren ser sino mejores que ellas mismas y que no miran a nadie con afán de comparación. Esas son las personas que emergen cuando las cáscaras se rompen y son las que te harán volar. Porque no tendrán ninguna intención de levantarte en su vuelo, sino de aprender juntas a volar. Aquellas personas que no aceptan que las miren hacia arriba, porque saben que el camino es larguísimo y que su única ventaja es saberse y quererse perfectibles.
Eres una persona cándida y con una mirada muy brillante. Y muchas veces tendemos a pensar que la candidez es un error que se paga caro, que el mundo no es de los inocentes sino de los que usan máscaras. A lo mejor éste. Y ni eso diría yo, porque la satisfacción de verte al espejo con asombro cada día que creces con fe es impagable.
Un beso enorme.

pd said...

Pancha, me emocioné al leerte. Sí sé que tienes razón, que todos tienen razón en lo que aconsejan... es que a veces se me hace pesada la carga, y necesito expresar, sacar de mí, esconderme entre estas letras, crear un refugio imperturbable, un santuario, un lugar seguro... Pero la verdad es que no me funciona andar con la cara tapada. No me resulta evadir miradas, callar lo que pienso, creer en la gente de buenas a primera... Así que nada, asumiré los riesgos no más, no me quedan muchas opciones... es que además, hay tanto por conocer.. por descubrir... Gracias por pasar, me encantó encontrarme contigo el otro día, estabas preciosa Pancha! Yo no te veía hace años, pero cualquier cosa que me hubiesen comentado, quedaba corta al lado tuyo. Realmente iluminada. Fue un placer ver de nuevo esos ojos grandes, tus rulos desordenados, tu inteligencia que se proyecta en cada palabra... ¿Te acuerdas de pepito y el lobo? ¿de las periodistas almas gemelas? ¿del viaje a mendoza en que conociste esa parte de mi mundo que pocos han visto? ¿De Santiago no Duerme y Kuturrufo, y los enanitos verdes, y la Javiera Parra? Y de Lemebel y el torero que me diste en una calle, cerca de La Casa Vieja, un 22 de abril hace hartos hartos años... Estoy segura de que no hemos cambiado tanto amiga, que el tiempo no siempre aleja, a veces trae reencuentros maravillosos, como el que pude vivir contigo el domingo pasado...

Anonymous said...

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