July 02, 2006

El jueves recibí una llamada inesperada. Iba subiendo las escaleras de la Portales, atrasada, corriendo. En mi walkman sonaba The Million Dollar Hotel a todo volumen. No sé cómo escuché el celular... pero si no hubiese contestado, los días que siguieron habrían sido muy diferentes...
Cuando corté, me sentí un personaje de las tantas películas que rondan mi cabeza... No sabía bien qué hacer, qué decir, qué esperar... pero salí del edificio convencida de que era el momento de volver, de enfrentar.
Cuando crucé el puente estaba empezando a llover. Hacía frío, el viento me dejó la cara roja y todo el pelo enredado. La calle parecía inclinarse hacia mí ofreciendo sus recuerdos y mis huellas; los colores, las hojas moradas que terminaban de caerse de los árboles, la gente de oficina, la plaza desolada, perdida en el invierno.
Un calor intenso me invadió desde el centro del cuerpo y decidió quedarse en mis mejillas. Pensé que pasaría mucho más tiempo antes de que pudiera volver a caminar así por esa calle, siguiendo de largo, sin mirar esa ventana con nostalgia. En un instante reviví meses de emociones profundas, de experiencias antes desconocidas. Reviví un sábado de siesta en el parque, una noche de domingo sola en el banquito, un jueves de espera eterna en la fuente del árbol, un viernes de despedidas, un almuerzo prometido y caminado con mi amigo de las rastas, una carta escrita en la mañana, mirando el cerro con neblina, un regreso equivocado y discutido, un verano entero de cambios...
Entré sin sacarme los audífonos. Después de 3 meses, y a pesar de que nunca supe su nombre, ella aún me recordaba. Esta vez no me perdí, pero sentí en la boca el sabor a un susto ya vivido. Subí y saludé, y dije y pregunté y me reí y tuve ganas de llorar. Al final no pasó nada, pero pasaron tantas cosas...
Cuando volví a cruzar el puente la calle estaba mojada. La gente había abierto los paraguas, las micros pasaban llenas. Prendí un cigarro y me puse a caminar. Como si se tratara de una revelación, de pronto tuve la certeza de que realmente tenía que volver: así estaba pensado, aunque me costara, aunque no lo hubiese planeado. Supe que era el momento justo, que estaba preparada. Esa certeza cambió todo lo que vino después. Desde ese minuto, todo ha sido diferente.

3 comments:

Anonymous said...

A mí me gusta cuando pasan cosas que te rompen los esquemas. Tu mente se queda inmóvil por un par de segundos, en los que eres casi absolutamente vulnerable.
No me olvides.

Anonymous said...

vamos pola!!!!
la vida esta hecha de retornos...de momentos inconclusos
vamos pola que podemos seguir más allá y que nada nos impida llegar ahi arriba...

patch-blue said...

por alguna razon desconocida, esta es la tercera y la vencida, ojalá... es que no podia comentarte tecnicamente hablando, y no se porque, bueno ya entre...
es que me encantó tu postttttttttt, yo venia a darte las gracias por tus comments en mi blo, y a decirte que me encanta como escribes, y como cuentas las cosas que vives, y me encontré con este post magico y enigmatico... como esas peliculas o libros que quedan inconclusos. simplemente thks!!!!!!!!!!!!!!
un inmenso abrazo.