May 29, 2006

"qué más hacer en esta tierra incendiada sino cantar"

Baglietto - Vitale

May 23, 2006

No me arrepiento de nada

Hace algún tiempo leí en un blog ya lejano, un poema que quedó dando vueltas en mi mente. Me hizo recordar "Siete días de la señora K.", ese libro que leí a escondidas a los 12 años, porque cuando mis padres me encontraron hojeándolo, me prohibieron su lectura, considerando que no era "adecuado a mi edad", que "no iba a entender nada". Qué mejor aliciente para devorármelo de noche entre las sábanas.
Me robo este poema de la Gioconda Belli, porque aún ronda en mi cabeza, Gioconda misma y esa rebelión de la señora K, ese encuentro profundo que vivo día a día. Y le regalo el poema a mi madre. Porque es una tremenda mujer, porque es valiente, porque me inspira y me provoca, me confronta... Porque estoy muy orgullosa de la mujer que ha llegado a ser.

"Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido;
las mujeres primorosas,
hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.

No sé por qué
la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.

Odio sus amenazas en mi cuerpo.

La culpa que sus vidas impecables,
por extraño maleficio,
me inspiran.

Reniego de sus buenos oficios;
de los llantos a escondidas del esposo,
del pudor de su desnudez
bajo la planchada y almidonada ropa interior.

Estas mujeres, sin embargo,
me miran desde el interior de los espejos,
levantan su dedo acusador
y, a veces, cedo a sus miradas de reproche
y quiero ganarme la aceptación universal,
ser la "niña buena", la "mujer decente"
la Gioconda irreprochable.

Sacarme diez en conducta
con el partido, el estado, las amistades,
mi familia, mis hijos y todos los demás seres
que abundantes pueblan este mundo nuestro.

En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es,
he librado numerosas batallas mortales,
batallas a mordiscos de ellas contra mí
-ellas habitando en mí queriendo ser yo misma-
transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompicones
a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable,
que se enamora como alma en pena
de causas justas, hombres hermosos,
y palabras juguetonas.

Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
e hice el amor sobre escritorios
-en horas de oficina-
y rompí lazos inviolables
y me atreví a gozar
el cuerpo sano y sinuoso
con que los genes de todos mis ancestros
me dotaron.

No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones.

No me arrepiento de nada, como dijo la Edith Piaf.

Pero en los pozos oscuros en que me hundo,
cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,
siento las lágrimas pujando;
veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo,
blandiendo condenas contra mi felicidad.

Impertérritas niñas buenas me circundan
y danzan sus canciones infantiles contra mí
contra esta mujer
hecha y derecha,
plena.

Esta mujer de pechos en pecho
y caderas anchas
que, por mi madre y contra ella,
me gusta ser".

Gioconda Belli

Eternas, bellas, pujantes contradicciones coexistiendo por siempre en mí, esa y muchas más... Tantas caras, risas, voces que me espían y me acechan... Tantas mujeres que me habitan, tantos nombres, vidas, fantasías... Este tiempo de vida independiente, sucumbí ante una de ellas... Quizás la más profunda, la más potente... como diría Gioconda, la que más me gusta ser...
Inmersa en las cenizas que me traen de vuelta a mi vida natural... desde los resabios de un fuego que aún me hechiza y me transforma...

May 22, 2006



"Cuanto más completo el mundo como apariencia,
más insuperable la aparición como ideología".

Marcuse

May 19, 2006


En la oscuridad, un fuego que duele. Un fuego que arde y me quema entera. Junto fuerzas para despertar... Me enciendo como nunca y crepito. Tengo sed, costras, cicatrices que se abren. Me observo, me lloro, me grito, me perdono. Abandono el escondite. Busco. Pido. Reclamo. Es el año del crecimiento, del aprendizaje.
Un fuego que me carboniza. Que me purifica. De las cenizas renazco. Más fuerte. Más viva. Me paseo por el mundo, ardiendo y cambiándolo todo. Porque sé que se puede. Porque vale la pena.

May 07, 2006











Mujer: ¿Estás solo?
Gittes: ¿No lo estamos todos?

Chinatown, de Roman Polanski.

May 03, 2006

Viernes 21 de abril, 20:00 hrs.

En unas horas es mi cumpleaños...
Estoy sentada en el suelo del Centro Cultural Alameda, esperando que la gente salga del cine y que parta el Festival de Cuenta Cuentos.
Vine a filmar.
Vine a filmar sola.
L. se enfermó y el doctor le recetó dos días de reposo, así que se quedó en su casa.
A mí me complicaba venir sola, pero aquí estoy, enfrentando mis miedos, luchando contra mis propios demonios.
Al lado hay una pareja de pololos, o andantes, o ex pololos, no sé. Lo que sí sé es que se acaban de reconciliar. Y que se dan demasiado besos. DEMASIADOS.
Él le pide que se quede y ella se aleja sonriendo... súper coqueta. Se abrazan y él le hace cariño en la espalda, y desliza su mano bajo la polera de la niña.
No me molesta, pero me incomoda... Las pequeñas y abismantes sutilezas del lenguaje.
Es que pienso en X y siento que quisiera que estuviese aquí conmigo. Pero a la vez me asusta mucho. No lo conozco bien, me intriga, y es una amenaza insondable a mi precaria estabilidad interior.
Hoy no me soporto.
Parezco las típicas minas de reclame de analgésico pre menstrual. Guácala. “Mina”.

Llevo 45 minutos sentada aquí.
Me duelen los tobillos y el trasero. Ahora la gente está entrando. Me tengo que ir, pero no quiero moverme. No puedo.
“Ahora estamos distantes, no somos hermanos”, le dice el chiquillo a la polola-no polola.
“¡¿Y cómo está tu abuela weón?!”, pregunta ella. “No la veo hace muchos meses, pero el otro día hablé con ella, estaba igual que siempre”.
Como si no les bastara con besuquearse al lado mío. Tienen que traer también a mi memoria, a mi abuela que me pena en el subconsciente, a la que lloro en la noche, cuando vuelvo a soñar con ella.

Por primera vez en la vida, espero mi cumpleaños sola. Sin familia alrededor. Mañana tampoco van a estar aquí. X dijo que me tenía un regalo de cumpleaños. Que había visto algo para mí en su viaje y lo había comprado. Pero cuando me llamó, días antes, no se acordaba si le habían llegado mis mensajes. Yo me sé de memoria los de él. Arrrgggg ¡Patética!
Ante tanta inseguridad, ante la sospecha, tal vez infundada, de que él no me conoce, y si no me conoce cómo crestas va a quererme!?, me pregunto si vale la pena intentarlo. Si vale la pena arriesgarme otra vez, y creer y entregar. No quiero caerme de bruces al suelo nuevamente. Y ojo, porque esta vez no es él el malo de la película. Esta vez ese rol estuvo compartido. Por estupidez propia, mía. Por inseguridad extrema. Por cabra chica.

Sábado 22 de abril, 07:00 hrs.

X fue la primera persona que me saludó para mi cumpleaños. ¿Tendrá idea de lo importante que fue para mí? Me mandó un mensaje al celular justo a medianoche, y sí, me mató con eso. Pucha que tengo hartas ganas de abrazarlo, de reírme con él, de bailar y salir y dormir y besarlo y quererlo y que me quiera intensamente.
Mi noche fue harto rara... Cuando salí del Festival de Cuenta Cuentos devolví la cámara que había pedido prestada y me junté con la M. No sabíamos adónde ir, no teníamos plata y yo igual estaba con sueño, así que decidimos tomarnos un café. Y fuimos al Dunkin Donnuts de El Bosque.
Pedimos dos cortados con rosquillas de manjar y nos pusimos a conversar... bla bla bla bla... A las 4 de la mañana me suena el celular... Un ritmo medio salsero que no sabía a quién le había puesto de ringtone... Hace tiempo que no sonaba... Sip. Era X. Y me cambió la cara y me puse tan, pero tan contenta... Una sonrisota me delató. Mi amiga me miraba con cara de pobrecita ingenua P. Pero yo seguía feliz. Prendí un cigarro y le pedí a la M. que me enseñara a jugar sudoku. Estuvimos hasta las 6 de la mañana en esa mesa, haciendo crucigramas y sudokus que sacamos de los diarios que tenían los chiquillos que estaban de turno en el Dunkin Donnuts. Pusimos el mp3 de la M. y tarareamos hasta que amaneció. Cuando nos fuimos del local, nos despedimos de la niña que atendía la caja y cuando pagamos, la M. le dijo al chiquillo que nos había servido café que era mi cumpleaños. El loco me miró y me dijo: “No importa, ya vendrán celebraciones mejores”. Plop. No tenía ni idea lo contenta que estaba. Lo contenta que estoy. Y todo por una llamada a las 4 de la mañana, dos cafés cortados y unas rosquillas de manjar.

Sábado 22 de abril, 23:00 hrs

Auxilio. Estoy colapsada. La gente sigue llegando a mi departamento y esto es un caos. Estoy estresada, lo echo de menos... Yo sólo quería estar con él este día. Irnos lejos, fuera de Santiago, dormir una siesta en el pasto, sobre la mantita aquella, leer un ratito, después mirar las estrellas, regalonear, tomar algo rico. Sentir su abrazo fuerte alrededor de mi cuerpo. Eso quería. Pero estoy acá, en mi departamento de dos por dos, con mucha gente que quiero ver y con la que quiero compartir, pero que no alcanzo a escuchar, que no puedo atender... Ni siquiera he logrado sentarme. Mis amigas siempre listas fueron al supermercado, otra me fue a comprar la torta, otra abre la puerta y yo respondo el celular, que no ha parado de sonar. Quiero agradecerles, quiero sonreírles, quiero hacerles sentir cuánto los quiero, lo importante que son para mí.
Los niños y mi mamá me llamaron en la mañana. Siguiendo la tradición familiar me despertaron con el cumpleaños feliz... me dio pena...
Hoy soy una amalgama de alegría y tristeza...
Y no puedo evitarlo.
Quiero verlo.
Lo echo de menos.
Parece que no hay nada que hacer al respecto. Estoy harto enamorada.