January 30, 2008

Su mano en mi tobillo desnudo. La redondez de sus dedos en contacto con mi piel blanca. Su mano suave, amable, cariñosa, tocando lentamente mi empeine, recorriendo mi talón, el comienzo de mi pierna. Él me habla, me pregunta. La mesa con comida y un par de cervezas. La gente ríe, pide, hace ruido. Yo no escucho nada. Sólo siento sus dedos acariciando esa parte olvidada de mi cuerpo, ese fragmento de mí que él trae nuevamente a la existencia.

January 29, 2008

Una torta de tres leches, dos copas de vino, la cajita del mago, el trompo de Lo Vásquez, el libro artesanal. Mis ganas de abrazarlo, de quererlo. Las risas, los papeles repartidos en el suelo. Las mil palabras enredadas en mi lengua, naciendo de mi boca, llenando sus oídos. Luego el silencio. Mi cara iluminada, la ventana abierta, las cosquillas en el vientre, la ternura. Buenas noches, otro beso.

January 21, 2008

Segunda voz

Anoche bailé, salté y canté con una orquesta de bodas y funerales. No quiero decir el nombre del que llevaba la fiesta gitana. No quiero porque fue la segunda voz la que se robó la película. Y es justamente la segunda voz la que no aparece en ninguna parte.
El cantante desconocido me deslumbró con su expresión de plenitud. Sus brazos golpeando con fuerza el tambor. Su cara iluminada entonando melodías balcánicas. Todo en él era agradable, todo era pasión y fiesta. Me sentí feliz de verlo, observarlo, bailar con él en la distancia, entre la gente emocionada. Su sonrisa al cantar coronó mi noche de domingo.
Antes de que dejara el escenario, guardé esa imagen en mi memoria, y me llevé conmigo su sonrisa. Son los recuerdos que quiero conservar, como dice Benedetti, "las nostalgias que descongelarán algún futuro".

January 14, 2008

Me aferro a ti con fuerza, como si en eso se me fuera la vida. Mis brazos alrededor de tus hombros, mis piernas rodeando tu cintura. Me aferro a ti con dolor, de mis ojos cerrados caen lágrimas. Te dejo la carne roja de tanto presionar. Un vaivén nos mece en el silencio.
Yo te miro de reojo, como sin querer verte. Tú no dices nada. Comienzo a soltarme, de a poco voy liberando la presión en tu espalda. Tú te das la vuelta y veo tu piel que se aleja marcada con mis dedos. Yo me quedo sola en medio de un salón vacío. Afuera hay regadores soleados que mojan el insolente pasto verde.

January 03, 2008

La posibilidad de verlos me agita el pecho, me nubla la cabeza, me emociona, me desconcierta y me entusiasma, todo a la vez. El vértigo de un encuentro esperado, que de pronto puede hacerse inminente. Un encuentro tal vez a deshora, casi casual... un ansiado re encuentro no planificado que de pronto surge factible. Me imagino caminando por las calles de Europa, respirando y viviendo el antiguo continente. Una vez más, perdiéndome en la historia, atrapada en la magia de su arquitectura, de su gente.
Cómo será verlos a ellos... verlo a él... tocar su rostro, permanecer en un abrazo, saciar mi curiosidad por sus rutinas, sus tentaciones, sus fracasos. Sentir sus penas, sus grandezas, examinar sus gestos, contrapreguntarle.
Cómo será para él verme a mí, con mis debilidades y mis sustos, con mi miedo al rechazo y mis ganas de querer, de cambiar aún el mundo... con el idealismo adolescente aferrado a la carne, con estas ganas locas de vivir, de que algo ocurra.
Sabrá lo determinante que resulta en mí este encuentro? Por algún extraño motivo, él me hace sentir que hay gente allá afuera que puede ser completamente diferente a mí, pero a la que me une un vínculo que todo lo trasciende. Como decía Sábato, algo que nos hace buscarnos alrededor de la Tierra.
Con él comparto tal vez cierta humanidad que me conmueve y que me llena de esperanzas. La posibilidad de que todo eso sea una simple idealización me aterra. De que al encontrarnos en algún aeropuerto, en algún puente o en un parque, el silencio entre nosotros no sea de reconocimiento mutuo, sino de ausencia de experiencias compartidas; que una extraña incomodidad nos invada, y que el abrazo parezca demasiado largo o las miradas insistentes.
Me da pudor reconocer cuánto quiero verlos, cuánto quiero verte, y cuan profundamente espero encontrar en ti un amigo; reconocerte, comenzar lo que nunca comenzamos: conocernos de verdad, como hemos hecho en las letras que escribimos hace un tiempo. Quiero verte, observarte, escucharte, conversarte, reírme contigo, mostrarte mis sueños, llorar y emocionarme construyendo futuro. Quiero saber que después de que regrese, tú vendrás a Chile, al menos en pensamiento, y que recorreremos juntos esta patria mía generosa y abundante. Quiero dejarte una parte de mí, y una parte de mi historia. Un trozo de este otro Chile, que existe y palpita bajo lo aparente. Quiero sentirme viva contigo, porque sé que como en ellos, hay algo poderoso en ti que me eleva y que me salva.