En los últimos años he estado varias veces en Buenos Aires. Aunque al comienzo me perturbaba esta ciudad enorme, el consumismo generalizado de los turistas y la obsesión por los restaurantes de todo lo que usted pueda comer, de a poco fui encontrando mis espacios.
Caminando días enteros, recorriendo los teatros, las librerías, los parques, los pubs irlandeses. Fotografiando lo que escapa a la mirada del turista tipo, ese que viaja en las promociones de cirugía express, que va del hotel al restaurante, del restaurante a los cueros, de los cueros al shopping, y de vuelta al restaurante y al hotel.
Perdiéndome en San Telmo, en el Botánico, en el jardín japonés, escribiendo por horas en la Papelera de Palermo. Evitando el gentío de las tiendas de su plaza, y fumando mis cigarros con los pintores de sus exposiciones. Internándome en el Malba, en el Bellas Artes, en el museo de arte moderno.
Tarareando ochenteras en la Recoleta buscando al hombrecito del sombrero gris. Caminando en la noche sorteando la basura de las calles del centro, pensando en la cantidad impresionante de gente durmiendo acurracada bajo los focos y a las entradas de todos los edificios. Visitando viejas amistades, navegando por el Tigre, leyendo los diarios culturales.
Con mi cuaderno de escritos y dibujos, mi walkman, mis puchos y mi cámara, fui domesticando Buenos Aires, como diría el Principito. Este es el Buenos Aires que me gusta, es mi versión y mi mirada de esta ciudad cosmopolita.
La sombra del poeta
Las arboledas de Palermo, donde nació Borges
El mate más sabroso
Siga las flechas
Raíces porteñas
Las risas de la plaza
Escape colectivo
(no me acuerdo el nombre de esta obra, pero es una instalación de Puppi en el Bellas Artes)
El tango de verdad, en las calles de San Telmo
El cielo del centro
El placer de los vinilos de Eureka, cerca de la plaza de San Telmo
Se olvidaron de la crisis
La Papelera
Des-encuentros
Arquitectura alborotada
Los fantasmas del Botánico
El pintor de asfalto
(ojo, son tizas de colores, de esas de los pizarrones de chico)
Feria de antiguedades en la Plaza de San Telmo
Como en los cuentos, donde siempre el balcón y la torre tienen un misterio ancestral
A propósito de cuentos
La niña del parque
Espera
En Buenos Aires siempre he sido más cronopio que fama. Tal vez por eso esta es mi mirada.
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