June 19, 2006


Hoy salí al balcón y me senté con mis plantitas. Les conversé un rato y dejé que el silencio completara mis frases y preguntas inconclusas. No se veía la cordillera, pero me acordé que estaba ahí. Cubierta de nieve, majestuosa, en constante cambio y llena de vida. Hoy salí al balcón y respiré con fuerza el aire frío, y oí atenta el ruido de un Santiago laboral. No vi las plazas ni los parques, pero supe que estaban ahí, esperando que decidiera ir a visitarlos. Traté de imaginar qué había más allá de mi balcón... Intenté ver a mis hermanos en el sur, traté de adivinar qué sería de la vida de esos compañeros de colegio con los que hace años que no hablo, traté de recordar los gestos de los amigos que viajaron conmigo el año del fin del mundo, los que descubrieron como yo el viejo continente, los que se adentraron en la selva amazónica y se conmovieron con una pobreza andina ignorada y palpitante.
Desde mi balcón me senté a tomar mate con la abuelita de la Jeny, allá en Pitraco, e intenté saborear sus sopaipillas. Traté de columpiar a la Dani, cantándole una canción de Mazapán, y quise ayudar al Lalo en matemáticas, mientras pensaba qué estarán pasando en el liceo de Galvarino.
Me acordé de la iglesia de Potrerillos, y de los niños de infancia misionera, y quise abrazarlos y contarles las historias que vivimos cuando trabajaba en la guardería de Mendoza. Mi balcón se llenó de caras conocidas, se llenó de niños lindos, con las manos cubiertas de greda o pintura. La voz del río inexistente volvió sin los malos recuerdos, trajo una noche de luna llena, abrazada de certezas que gritaban y bailaban en el centro de mi vientre.
Mi balcón ya no era sólo mi balcón, se expandió hasta llegar a la cordillera, hasta encontrarse con Edgar en las playas de Salango, hasta que pude ver a Refiloe bailando en las calles neoyorquinas, hasta unirme con César en la Guadalajara española, hasta un sueño en un castillo después de caminar la Ruta del Cares. El mundo estaba entre mis plantas silenciosas.
Cercano, casi tangible, apareció el rostro de una vida que me pertenece, de un pasado intenso que volvió de pronto, para recordarme cómo se proyecta en todo lo que me rodea, cómo pertenece a este cuerpo veinteañero. Hoy en mi balcón, me reencontré con esa parte de mí maravillosa que se posterga y se elimina cuando surge la ausencia. Esa luz de la que hablaba comenzó a inundarlo todo, trajo nuevas fuerzas, completó el cuadro imperfecto que algo en mi cabeza suele imponer, cada vez que olvido que también existe ese universo, aunque algunos días no lo vea.

2 comments:

Changeit said...

Veas good night and good luck?

Lau said...

Qué envidia. De la sana.
Un beso.