February 17, 2006

Mi historia-reflexión sobre los orígenes y el sentido, a la luz de la mitología precolombina...

Esta es una historia profunda, larga, un tanto compleja. Quería compartirla con ustedes, aunque entiendo si llegan hasta el segundo párrafo y abandonan la lectura... Surgió fruto de un estudio apasionante sobre los mitos precolombinos, un estudio que llenó esas ansias por descubrir cómo eran, cómo pensaban, qué sabían, esos antepasados universales que nos anteceden y nos iluminan...
En el texto hay muchas reflexiones personales, tal vez sean simples y recurrentes, pero son mías, son auténticas, propias. Y les tengo cariño. Por eso lo comparto, por eso les advierto...

- Hace algunos años murió mi mejor amigo. Estudiaba teatro, tocaba armónica y estaba lleno de proyectos. Rebosaba vida. Pero un cáncer fulminante le arrebató la existencia. Siempre me pregunté por qué había muerto tan joven. Apenas 27 años. Ahora yo tengo 22, y siento que hay tantas cosas todavía que quiero hacer, pero me acuerdo de Eduardo, y me doy cuenta de que la muerte siempre está al acecho.
¿Será posible que Dios permita que vengamos al mundo para morir, fatalmente, ineludiblemente? Porque si es así, ¿cuál es la finalidad de nuestra existencia?-, me preguntó con desconsuelo.
Silencio.
Tuvo la impresión de que quería responderle, pero yo no hablaba.
Finalmente dije:
-El hombre tiene aspiraciones de eternidad-.
A él, eso aún no le explicaba nada.
¿Si vamos a morir, para qué venimos al mundo?, pensó. Frunció el ceño tratando de comprender. Entonces sonreí. Llevé una manta y unas tasas de té, y le dije:
- Quisiera pedirte que cierres los ojos y me des un momento. Te voy a contar una historia sagrada. Quiero que la escuches en silencio. Que te acerques con una disposición referencial. Deja que la mente calle, prepara el corazón. Esta historia, es fruto de un trabajo intenso de conciencia. Una historia de salvación, que se remonta al origen de los tiempos. Probablemente no hay fruto más noble de la inteligencia humana, que esta respuesta mítica que da a los grandes problemas de la humanidad. Y trae consigo un mensaje, una revelación que tal vez, te ayudará a entender.

Nuestra historia comienza mucho tiempo atrás. Antes de que existiera el mundo. Según el Popol Vuh, antes de la creación propiamente tal, sólo existen los dioses, su pensamiento y palabra, el mar y el cielo, el silencio y la oscuridad, la inmovilidad, y la claridad que rodea a los dioses. Éste es el escenario, el ámbito en el cual aparece la creación. Estos elementos, que son como las materias primas de la creación, están presentes en varios mitos.
El silencio por ejemplo, se nombra en el mito Pil Pil de San Salvador, que cuenta que “la Tierra rodaba en el espacio, zumbando en el silencio...”. El silencio es la antesala del acontecimiento máximo de la Creación, y representa una actitud de apertura a una revelación.

-Por eso me pediste que te escuchara en silencio, y te demoraste en responder a mis preguntas-, interrumpió.

Así es. Es que el silencio nos introduce en el ámbito del misterio, otorga grandeza y majestad a las cosas. La oscuridad y la noche, por ejemplo, también está presente en varios mitos. En su valor cero, se confunde también con lo negro.

- ¿Pero, eso qué significa?-, preguntó ansioso.

A ver, tienes que entender primero, que se trata de un sistema de sentidos vinculados a la raíz etimológica de la noche y la oscuridad, es una galaxia de significaciones, no sólo un concepto. Teniendo eso claro, te puedo contar que tiene que ver con la pasividad absoluta, y la plenitud de posibilidades. La oscuridad y la noche encierran en sí el anuncio de la claridad del alba, el tiempo de gestación y de germinación, el fermento del porvenir, la purificación de los ideales, el triunfo sobre el devorador.

Por ejemplo, en el mito maya de los orígenes, Dios está dentro de las tinieblas. Y es tal la importancia de la noche, que la primera palabra que Dios pronuncia es Nilu, el nombre de la noche. Y dentro de la noche, Dios, el Verbo, machaca la piedra. El Popol Vuh también hace referencia a la oscuridad y la noche, que acoge una especie de trinidad material: la masa informe, inerte, el mar sin vitalidad, y el cielo sin luz.

Aunque no se vea de forma tan explícita, en el mito azteca de creación también está presente esta imagen. Los Dioses deben acordar quién tendrá la tarea de alumbrar el mundo. Es decir, hasta el momento está oscuro, y esa oscuridad reclama una acción divina. Es necesario alumbrar el mundo: iluminarlo y darlo a luz. En el mito incaico, está presente también la oscuridad original. Viracocha crea un mundo oscuro y sin sol. Se insinúa un antes en el que ni siquiera existían las sombras.

La noche se agrandaba en el contorno de las cosas, dice el mito Pil Pil, la noche contiene, es escenario, abarca una superficie. Y por oposición, la noche destaca la claridad, que hace referencia al clamor, a la proclama, al llamado. Es una luz que se insinúa. Lo que provoca no está a la vista porque no ha sido creado aún. Es pura claridad.

En el Popol Vuh, los Progenitores estaban en el agua, rodeados de claridad. En el Mito Pil Pil el misterio se poblaba de puntos de luz, ya que Teotl regaba puñados de chispas que se esparcían por el vacío, formando las estrellas. Teopantli, el reformador que rige el universo, aparece sonriente, envuelto en una cascada de luz. La idea de clamor, de proclama, que viene de la raíz indoeuropea Keld, se manifiesta con elocuencia en este mito: los capullos de la vida que reventaban, los mundos que se engolfaban en sus órbitas, las explosiones de luz (...) la vida cantaba.

-Al parecer, creación y claridad son como hermanas gemelas-, acotó.
Algo sabía de mitos, así que se atrevió a preguntar por qué en la mayoría de éstos, al comienzo de la creación los dioses están solos.

Piensa qué hace una guagua cuando está sola. Llora, grita, exige la presencia de la madre. En ese sentido, la soledad es una exigencia de que la divinidad se haga presente a través de sus criaturas. Es una especie de conminación al creador para que dé vida a las criaturas.

Hay algo maravilloso en la creación del mundo, que muchos mitos toman también, y es la fuerza creadora de la Palabra divina. En el Popol Vuh vemos cómo crea la Tierra. Los Dioses dicen ¡Tierra!, y al instante es creada. La palabra penetra al interior de la matriz virtual de lo creado, generando el universo. Activa en el seno de una potencia creadora, la creación misma.
-Entiendo, es como que la palabra es la cosa. A medida que se pronuncia, comienza a aparecer.
Sí, pero la palabra es, por un lado, “el ser en cuanto conciencia de sí mismo, y por otro, expresión y comunicación de dicha conciencia a los demás”(1).

Entonces, vemos que aparecen los dioses: Tepeu Gucumatz, Huracán... en el Popol Vuh. Ometecuhtli y los cuatro Tezcatlipocas, entre muchos otros, en la historia azteca de la creación...

-Momento, pero ¿no hay ningún mito donde no se hable para nada de algún Dios? ¿Cómo un mito ateo, si se puede pensar algo así?- interrumpió.

No. El hombre necesita explicaciones y las encuentra en los dioses. Ellos son expresión de la búsqueda de la humanidad, de su angustia existencial, y también de cada cultura. Los dioses son hechos a imagen y semejanza de los hombres. En algunos mitos, como el Maya, hay un Dios que dice la primera palabra creadora. En otros, como el Popol Vuh, hay una trinidad de dioses formadores, presentes ya en la inmovilidad, en el silencio y la oscuridad primordiales.

En la historia azteca, hay un dios dual, autocreado, que da vida a los demás dioses, o una pareja primordial (Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl) de cuyo principio no se supo jamás. También azteca es el mito en que existe una pluralidad de Dioses, desde antes de que hubiese día en el mundo, y que crean todo lo que existe. En el mito Pil Pil existe un Dios creador del fuego, del cual derivan todas las otras divinidades.

Por su parte, en el mundo Inca existe un Dios (Con, hijo del sol y de la luna), que al principio del mundo llega del norte y crea a los hombres (luego Pachacamac lo destierra y refunda la humanidad). Los incas también tienen otro mito, donde Viracocha existe desde antes que el mundo fuera creado, que da vida a los hombres y al mundo.

Hay también un mito quechua donde dos serpientes míticas luchan por dominar un lago, y son vigiladas por el dios Tikse. En la cosmogonía Mapuche, existe el Dios del cielo y sus hijos, los espíritus, que hacen la creación; y en el mundo Selk´nam se cree que en el principio de todo ser, sólo existía Temáukel.

Es importante que existan estos dioses, porque es por la acción divina que surge el mundo, que se ofrece como escenario para que el hombre exista en él.

- ¿Quieres decir entonces, que el mundo está hecho para el hombre?-, me preguntó con una sonrisa incrédula.

Yo tomé un libro antiguo, que me había regalado un amigo del sur de Guatemala. Se lo pasé y le pedí que leyera un párrafo.

-“Entonces se manifestó con claridad mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre (...) No habrá gloria ni grandeza en nuestra creación y formación hasta que exista la criatura humana, el hombre formado. Así dijeron”, El libro del Consejo, Popol Vuh.
Se quedó en silencio un tiempo, como tratando de asimilar la verdad más profunda que le comunicaba el mito.

- Pero, según los mitos, ¿cómo son creados los hombres?, preguntó.

Depende. En muchos mitos son creados por etapas. Por ejemplo, En el Popol Vuh hay cuatro etapas (hombres de barro, de palo, de maíz, y hombre definitivo). Los aztecas también hablan de dos generaciones. La primera, una pareja hecha por Quetzalcóatl y Huitzilopóchtli que mueren por causa de un diluvio. La segunda generación es fruto del sacrificio de los dioses. Quetzalcóatl baja al inframundo a buscar los huesos de la antigua humanidad. Luego una diosa los muele y Quetzalcóatl se sangra su miembro sobre los huesos. Todos los dioses hacen penitencia, y nacen los hombres.

Otro ejemplo es el mito Inca, en que una primera generación es creada por el dios K´oñi. Cuando llega Pachacamac, destierra a K´oñi y convierte a esos hombres en gatos negros. Luego crea una segunda humanidad. (2) Y claramente el mapuche, donde primero existen los araucanos celestes, luego vienen los gigantes, después los araucanos primitivos, que son vencidos en una batalla por los enanos, y finalmente llegan los huinka, el hombre blanco. Ellos creen que habrá una nueva destrucción del mundo y la raza, pero que sobrevivirán 7 elegidos, que constituirán una nueva generación.

Hay otros mitos que no hablan de etapas, como el quechua, donde un volcán despide desde el seno de la tierra a los primeros seres humanos.

- Hay una cosa que aún no entiendo bien-, me dijo. – Esto de los mitos está muy interesante. Entiendo que primero existen los dioses, que crean el mundo y luego al hombre para que lo habite. Pero, ¿cómo se conecta eso con mi pregunta inicial? Es decir, ¿para qué los dioses crean al hombre?.

Puedes volver a leer el Popol Vuh, allí se encuentra la primera respuesta. La revelación más grande que el mundo maya logró descubrir, la máxima declaración de una altísima dignidad humana.

-“Hay que reunirse y encontrar medios para que el hombre que formemos, el hombre que vamos a crear, nos sostenga y alimente, nos invoque y se acuerde de nosotros”. Pero entonces, ¿los dioses necesitan a los hombres?

Efectivamente. La palabra divina crea al hombre, y la palabra del hombre con su alabanza y adoración, sostiene y alimenta a la divinidad. De alguna manera la existencia divina depende de que la criatura la nombre y la adore.

- Pero, ¿qué pasa si el hombre no los nombra, si no los adora?

No pude evitar sonreír con satisfacción. Habíamos llegado al punto que me interesaba. Esa especie de “pecado” (3) que comete el hombre, la falta que le trae el mal, la expiación. A través de este mal, que en último caso es la muerte, podría explicarle que su pregunta ha perseguido al hombre desde el origen más remoto de los tiempos.

-Revisemos en detalle el caso del Popol Vuh. Los dioses están creando al mundo, para que éste sea escenario del hombre, sea su cuna. Les interesa crear al hombre porque necesitan que éste los recuerde y pronuncie sus nombres. Antes de crear al hombre definitivo, los dioses crean a los guardianes de los bosques, los cuadrúpedos y aves, y les ordenan: Decid, pues, nuestros nombres, alabadnos a nosotros, vuestra madre, vuestro padre. ¡Invocad pues a Huracán, Chipicaculhá, Raxa-Caculhá, el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra, el Creador, el Formador, los Progenitores; hablad, invocadnos, adoradnos!. Pero estos seres sólo chillaban, cacareaban y graznaban. Por lo tanto, no los adoraron. Los dioses los castigan: “Seréis cambiados porque no se ha conseguido que habléis (...) Haremos otros seres que sean obedientes. Vosotros aceptad vuestro destino. Vuestras carnes serán trituradas”. Así, los condenan a ser comidos y matados por los otros animales.

Vemos que estos primeros seres cometen una falta. No cumplen el mandamiento, la orden, porque no adoran a los dioses. Aunque no sea su culpa, ya que son los dioses los que los han creado, igual deben pagar su “pecado”, entendido no según el concepto cristiano, de falta moral, si no más bien como un desorden, con el incumplimiento de las expectativas divinas.
Esta falta se expía quedando dispuestos para ser comidos. Al no adorar a los dioses, no los alimentan ni sostienen. El castigo, es entonces alimentar y sostener a los otros seres. Así se reestablece el orden, el equilibrio roto por la falta, por el desorden.

Los dioses deciden hacer un nuevo intento. De lodo hacen la carne del hombre, pero se deshacía, no tenía movimiento, no tenía fuerza, se caía, estaba aguado, no movía la cabeza, tenía velada la vista, no podía ver hacia atrás. Al principio hablaba, pero no tenía entendimiento. Estos hombres tampoco se acuerdan de sus creadores. Tampoco cumplen el mandamiento, y el castigo es severo: desbarataron y deshicieron su obra y creación.

Luego crearon a los hombres de palo, hechos de madera, que no tenían alma ni entendimiento. Tampoco se acuerdan de su creador y por eso cayeron en desgracia. El Corazón del Cielo provoca un diluvio. Se oscurece la faz de la tierra, y comienza una lluvia negra. Así fue la ruina de los hombres (...) hechos para ser destruidos y aniquilados (...) les fueron destrozadas las bocas y las caras. Los dioses piensan: no lo hicieron, no lo harán. Es un castigo definitivo. Ya no los nombraron.

Finalmente, los dioses dan vida a seres buenos, hermosos, inteligentes, capaces de ver y conocer todo lo que existe en el mundo. Lo primero que hacen estos hombres, es agradecer a las divinidades por haberlos creado. Pero hay una falta. Tienen tanta perfección, que los dioses no quieren que los igualen. El “pecado” está dado por asemejarse a los dioses. La omnivisión, el conocerlo todo, el abarcar grandes distancias, son atributos exclusivamente divinos. Así que se enfrentan a un castigo: el Corazón del Cielo les echó un vaho sobre los ojos, los cuales se empeñaron como cuando se sopla sobre la luna de un espejo. Sus ojos se velaron y sólo pudieron ver lo que estaba cerca (...) Así fue destruida su sabiduría y todos los conocimientos de los cuatro hombres, origen y principio.

La preocupación de los dioses, por no verse superados por las criaturas que han creado, es recurrente en estos mitos. Así por ejemplo, el pecado de los gigantes deformes, pintados o esculpidos, que hace Viracocha en el mito incaico, es precisamente superar en proporción el tamaño del dios. “No es bien que las gentes sean tan crecidas; mejor será que sean de mi tamaño”, dice Viracocha, y los crea a su semejanza. El “pecado” es osar superar a la divinidad, y su castigo es que se les disminuye su estatura.

En esta línea, se puede incorporar el mito quechua, que aunque no habla de los hombres específicamente, sino de dos serpientes, el nacimiento de la primera pareja al mundo sí está determinado por la falta que cometen éstas. Ambos monstruos luchaban por el dominio del lago, vigilados por el dios Tikse desde las alturas. En esas luchas (...) se elevaba a grandes alturas en el espacio sobre trombas de agua. El “pecado” que comenten las serpientes, es pretender ascender a la cumbre, llegar al cielo. Su castigo, es que Tikse no tolera esta situación, y envía una tempestad, cuyos rayos matan a ambos monstruos. Sólo entonces, un volcán expulsa del centro de la Tierra a los dos primeros seres humanos, que se habían mantenido ocultos, por temor a las serpientes.

-Claro, se relaciona con el pecado y el castigo, la expiación. Sólo que no lo comete el hombre. Igual me sorprende que esté esta estructura presente en los mitos de lugares tan distantes-, dijo. – Me parece que estos dioses tienen algunas características humanas, como la envidia y el miedo. Pero ¿la falta que provoca un castigo, es sólo no adorar y pretender asemejarse a la divinidad?

Con calma, hay también otras culturas con conciencia de falta, que es propia de sociedades de un alto nivel de espiritualización. Otro tipo de falta tiene que ver con la maldad. El mito Pil Pil cuenta que el hombre fue creado y nacido del coágulo de un nopal enfangado, dando origen a una casta de hombres malos, que indignaron al Creador. El castigo que pesa sobre ellos, es que se desata una lluvia furiosa y el huracán quiebra las montañas. Mueren todos, menos una pareja, que son los padres de los hombres actuales. Después de este castigo la humanidad se encuentra en un camino de constante perfeccionamiento. En este mito, vemos el “pecado”, la maldad que indigna al Creador, el castigo, la muerte por el diluvio, y la esperanza también de una nueva existencia: se salva una pareja, padres de las generaciones futuras que son más perfectas que las primeras.

El mito incaico del dios Con, también se relaciona con esto. Por enojos que algunos le hicieron, volvió la buena tierra que les había dado en arenales secos y estériles (...) y les quitó la lluvia (...) tienen que mantenerse con regadío y trabajo. Aunque el mito no explicita de qué modo sucede, la falta cometida es enojar al Dios. El castigo es secar la tierra, mermar las cosechas y quitar la lluvia, una de las principales necesidades de los pueblos agrícolas. Es casi como sentenciarlos a muerte. Pero hay más. Luego llega Pachacamac y destierra a Con, convirtiendo a todos sus hombres en gatos negros. La falta es “ser hombre” de Con, frente a Pachacamac, el castigo, dejar de ser hombre, convertirse en un gato. Pachacamac crea de nuevo a los hombres y les da cuantas cosas tienen.

-Acá está presente el conflicto entre las divinidades, también una característica un tanto humana. Y Con es a la vez bueno y vengativo. Me asombra cómo se presenta la conciencia de la falta, cómo se da esta explicación mitológica a las desgracias humanas. ¿Está presente también en el mito de los mapuches?

Yo diría que no está presente en la primera raza humana, los araucanos celestiales, pero sí luego, en la segunda raza. El padre sol tuvo unos hijos rebeldes, los Gigantes. El pecado es la rebeldía. Y el castigo es que son precipitados a la tierra y transformados en la serpiente Kai Kai Filú.

- Me recuerda a Adán y Eva. Ellos comen el fruto del árbol prohibido, en ese sentido se rebelan. Y el castigo es que los expulsan del paraíso.

Pero es importante que recuerdes que no hablamos de pecado en el sentido cristiano. Salvando esa inmensa distancia, sí, puede asemejarse. Sigue escuchando el mito mapuche. Cuando estos gigantes caen a la tierra, se provoca un diluvio y la humanidad corre a la Montaña de la Creación, pero ésta entra en erupción, y la humanidad sucumbe. Sólo se salva una pareja, pero los ahogados se convierten en peces y animales marinos. Luego viene una lucha con los enanos, los araucanos sucumben ante estos seres, son tomados prisioneros, y los enanos los lanzan por el abismo. Pero entonces, la montaña Amun Kar entra en erupción (castigo) por la osadía de ambos bandos (pecado).

Tal vez la mayor falta que se percibe en este mito, es la que sucede en los tiempos recientes. Los araucanos olvidan agradecer piadosamente a los dioses (pecado), hay una falta de sentido religioso, y como castigo, enmudece la pifulka que con su sonido les permitía expulsar a sus dominadores (expiación). Por su falta, han quedado vulnerables, y el hombre blanco (huinka) los ha dominado.

Quiero contarte brevemente qué pasa en el mito selk´nam. Los celos de Canem, la ambición y arrogancia de Cénuke, y las peleas entre los vientos (faltas), provocan una revolución que pone fin a esta época (castigo). Antes, los antepasados de los selk´nam, no morían realmente. Pero Kwányip instaura la verdadera muerte, iniciando la era de los hombres actuales.

-Aún me queda una pregunta, ¿cuál es nuestra finalidad? Sigo sin comprenderlo. Me has hablado de la creación del mundo para el hombre, me has dicho que los dioses y los hombres tienen una relación dialéctica. Comprendí el concepto de pecado que me tratabas de explicar, y vi su relación con el olvido, la no adoración, la maldad, la soberbia. Me doy cuenta de que la angustia existencial del hombre es algo universal, que traspasa las barreras culturales e históricas. Pero ¿cuál es la respuesta a esa interrogante? ¿cuál es el sentido de morir?

Es cierto que el hombre anhela no terminar en la muerte. Y esa aspiración está en los mitos, la necesidad imperiosa de que la vida no se acabe con la muerte. Pero frente a ese anhelo, los mitos sí ofrecen una respuesta, hay una idea de salvación, existe una vida después de la vida.

Me preguntas por nuestra finalidad, el mito te responde: estamos llamados al cielo. El cielo es el símbolo religioso tomado de las religiones uránicas, que se orientan espacialmente, para indicar que lo inaccesible al hombre, constituye su absoluta realización y la de su mundo (4).
Para terminar con el mito mapuche, te quiero preguntar una cosa. ¿Notaste que a pesar de las sucesivas guerras y destrucciones, la humanidad siempre continuaba existiendo? No tienes que ver la muerte como un final. A pesar de que muchos hombre mueren con la erupción de la montaña en el momento de la segunda raza, los ahogados se convierten en peces y engendran luego los linajes que llevan nombres de peces, ballenas y lobos marinos. (5) O por ejemplo, cuando los araucanos celestiales morían, subían al firmamento, y se dedicaban a cazar en la vía láctea. De hecho, frente a la dominación de los huinka, el pueblo araucano pone su esperanza en la próxima destrucción del mundo, que ocurre cada 60 mil años.

-¡Ha puesto la esperanza en la destrucción del mundo! ¿Cómo es eso?

Cuando eso ocurra, la pifulka mágica volverá a sonar estrepitosamente. Todo será destruido, no quedará piedra sobre piedra. Sólo la pifulka resistirá a todo eso. La montana volverá a elevarse sobre las aguas del Diluvio para preservar la semilla de la humanidad en los Siete Elegidos y mantener la continuidad de la especie. Otros animales también serán salvados, y vivirán pacíficamente junto al hombre. De estos Siete Elegidos, nacerá la raza del futuro. Es una verdadera escatología.

-Claro, ahora lo veo. Cada nueva raza surge de la destrucción definitiva de la raza anterior. En verdad en esa destrucción entonces está la esperanza de la salvación.

Recuerda el mito selk´nam. Sus antepasados no morían. Quien de ellos se sentía viejo, se tendía en el suelo y se sumía en un sueño profundo, quedaba como muerto (...) cuando se levantaba era lavado por Kenós y recomenzaba a vivir con renovado vigor juvenil. La muerte era algo voluntario, los que ya no disfrutaban la vida, se recostaban cerca de su choza, por última vez, y eran transformados en colinas, montañas, ríos, lagunas, animales terrestres o marinos, copos de nieve, velos de neblina, en estrellas, en peñascos, subían al firmamento, etc. Pasaban a formar parte del mundo. Allí están los antepasados.

En casi todos los mitos siempre hay alguien que sobrevive, algunos elegidos, como en el mito mapuche, o una pareja, como en el mito Pil Pil o en el quechua. Además, a pesar de los conflictos entre dioses, se vislumbra una esperanza: la vida después de la vida. En el mito azteca han muerto todos los hombres, pero Quetzalcóatl baja al inframundo a buscar los huesos, para crear nuevamente a la humanidad. Incluso sangra su miembro sobre éstos, fertilizándolos, y los dioses hacen penitencia. Es una declaración que hacen los dioses de su voluntad de que haya hombres viviendo.

Otro mito azteca deja en claro que el mundo actual tendrá un fin, cuando los terremotos destruyan el quinto sol, sin embargo, ha habido cuatro soles anteriores. El mundo ha sido progresivamente destruido y recreado. La vida del universo puede prolongarse mediante el sacrificio.

-Entonces en los mitos, hay una esperanza de que este mundo continúe, como en un ciclo vital donde hay vida después de la destrucción. En este sentido, ¿se puede interpretar que así como el mundo continúa viviendo, a pesar de los cataclismos, el hombre seguirá viviendo a pesar de la muerte?

Precisamente. Los dioses crean el mundo para los hombres. Éstos cometen faltas, que muchas veces no son concientes, y las expectativas divinas no se pueden cumplir no por poca voluntad, sino porque la propia naturaleza de los seres creados no se los permite. En cualquier caso, el hombre comete una falta y recibe un castigo por ello. Generalmente se trata de la muerte. Sin embargo, gracias a ese castigo que interpone la acción divina el hombre expía sus culpas. Es a través de la divinidad que el hombre encuentra la salvación. Es en la divinidad que el hombre descubre esa vida después de la vida, a la que anhela acceder. Como te decía, el hombre tiene ansias de eternidad...

Texto: Paulette Desormeaux

(1) Cf. Chevalier, Jean y Gheerbrant, Alain: Dictionnaire des Symboles, Paris, Robert Laffont/Júpiter, 1982: 833-4.
(2) Lo mismo ocurre con el mito inca de Viracocha, quien crea una raza de gigantes deformes, más alta que el propio dios. Luego crea una segunda generación a su semejanza.
(3) No se entiende como en el sentido cristiano, sino en el sentido de falta. De no cumplir con las expectativas divinas.
(4) Raphael Girard, origen y desarrollo de las civilizaciones antiguas de américa, méxico DF, editores mexicanos unidos s.a. 1977.
(5) El mito azteca también cuenta que el año posterior a que Chalchiutlicue fuera sol, llovió tanta agua que se cayeron los cielos y las aguas se llevaron a los hombres, que se convirtieron en peces.

3 comments:

pd said...

jajajajajaja
cósimo, si logras leerlo te hago un monumento
jajajajaja
en verdad lo puse porq es imp para mí en este momento acordarme de esas cosas que hacía, pensaba y escribía... pero en el fondo sé que somos pocos los que disfrutamos con cosas así medio densas sobre todo en este formato... leerlo impreso ya es otro cuento...
pucha, gracias x leerme siempre y comentar y hacerme sentir que allá afuera hay alguien con más experiencia y años en el cuerpo, que piensa como yo, que hace como yo, que desea como yo.
Ojalá vaya todo bien, pronto posteo algo más digerible, je je
besos

c. said...

guau... vengo recién llegando de vacaciones, así que imposible leer algo que contenga la palabra precolombino... pero, pero, pero volveré sin arena y con la maleta sin rastros de verano y me sentaré a leerte en el primer banco de la sala, saludos, muchos, c.

Anonymous said...

aaaaah pero te zarpaaaaas vos!
dame un año y te lo leo!
claro q te crees qla gente esta tan al pedo para leerlo como vos para escribirlo?
y bueno habrá. yo no.
pero seguro q toda esta gente leyó el primero y el último párrafo y con eso se inventaron el floreado.
chau me quitaste las ganas de vivir loco.